martes, 3 de junio de 2008

Donnie Darko

El universo adolescente de los 80 a través de una mirada cargada de somníferos

Resulta complicado explicar de qué trata esta película y, todavía más im-portante, la forma en que se expone y desarrolla su historia, por la dificultad, en este caso notable, de que unas cuantas palabras puedan ajustarse a su realidad, no ofrezcan una idea equivocada y, sobre todo, eviten que el futuro espectador la disfrute de lleno. En cualquier caso, este viaje onírico, de hipnotismo embriagador y un muy peculiar sentido del humor, es altamente recomendable, y si uno consigue ser tan afortunado como para que lo atrape hasta el fondo, no sólo le entusiasmará, sino que le "encantará", y utilizo este verbo en su sentido más narcótico, como el mítico encantador de serpientes que embauca y obnubila con la flauta a sus víctimas.

Donnie Darko –que, como apunta su novia en el film, parece el nombre de un superhéroe– es un adolescente "problemático", con trastornos de personalidad, que le llevan a tener un comportamiento extraño. Donnie vive en un anodino barrio residencial de una no menos anodina localidad norteamericana, con su familia, también anodina y muy típicamente norteamericana. Tiene una especie de amigo imaginario, un siniestro conejo de gran tamaño, que sólo él puede ver, y que en una de sus apariciones le vaticina que el mun-do se acabará en pocos días. Esa misma noche, el motor de un avión cae sobre la casa, justo encima de la habitación que ocupa Donnie, aunque no hay rastro del avión supuestamente accidenta-do. Así comienza este periplo circular que transcurre entre lo fantástico y la comedia más negra y amarga, deambulando por una atmósfera enrarerida y oscura, entre personajes grotescos, y sumergiendo al espectador en un ambiente enfermizo y anestésico –la sensación es la misma que si uno se hubiera tragado unos cuantos ansiolíticos y mostrara el mundo a través de sus ojos–.

Donnie Darko toma todos los elemen-tos del cine adolescente de suburbio de los ochenta (el instituto, con los "gallitos" de la clase, los marginados y su peculiar profesorado) para cons-truir una extraña fábula, a veces críp-tica y rozando lo surrealista, que sa-tiriza contra un mundo rematadamen-te loco (no va a faltarnos un gurú del amor que ha contagiado con sus ideas a gran parte de la población). No es ésta la crítica mor-daz de Solondz ("Happiness"), ni la crítica algo más edulcorada de Mendes en "American Beauty". Y si de influencias hablamos, Lynch resuena en la mente de todos, por ese aire irreal que parece atrapar el momento justo entre el sueño y la vigilia. Pero si no les gusta Lynch (a mí tampoco), no le hagan ascos a esta película, sólo sirve como un referente conocido por todos y que siempre está a mano.

El film está inmaculadamente realizado en todos y cada uno de los sentidos, y tiene un poder inusual, es fascinante y turbador. Si hay verdadero talento tras esta indiscutible persona-lidad, ya se verá. Sea como sea, la película es un excelente arran-que de genialidad, le sonara o no la flauta por casualidad a su autor, un joven debutante llamado Richard Kelly –también firmando el guión–, incluso para aquéllos que pudieran discutirle su merecida ración de originalidad. Pues ciertamente, no es la primera vez que alguien "se saca a un conejo de la chistera". En 1950, Henry Kos-ter realizó una premiada comedia titulada "Harvey" en la que James Stewart interpretaba a un cuarentón al que se le aparecía un enor-me conejo que también era su amigo invisible. Pero pocas coinci-dencias más se encontrarán, pues la trayectoria argumental de Donnie Darko y su estilo visual y narrativo son bien distintos.

Este viaje que emborrona los límites entre la razón y la insania, la realidad y la ficción, es fruto de una gran ima-ginación. Una experiencia audiovi-sual y psicológica que vierte imá-genes muy atractivas y potentes (la propia presentación del barrio donde vive Donnie, al inicio del film, maravi-lla) y que, como un pez que se muerde la cola, se devora a sí mis-ma en el tiempo y el espacio. La banda sonora, con temas como el "Love Will Tear Us Apart" de Joy Division, o algún éxito de la época como el "Notorious" de Duran Duran, resulta igualmente envolvente y adecuadísima.

Su actor protagonista, Jake Gyllenhaal, es un gran acierto, incluso por la misma constitución física de su rostro. Junto a él, algunas caras conocidas como Patrick Swayze, Drew Barry-more y Noah Wyle, pero no se asusten, no es lo que parece. Aunque me quedo con la elegante interpretación de Mary McDon-nell, como la madre de Donnie.

Donnie Darko es un must to view simplemente porque debe vivirse, tanto mejor en la pantalla grande. Y como decía al principio, si en-gancha, crea adicción.